En la palabra "calmar" ya está la respuesta: Amar.
Cuando verdaderamente amamos, logramos una conexión tan profunda con nosotros mismos y con todo lo que nos rodea, que entramos en un estado de consciencia plena del momento presente; permitiendo así, que la mente regrese al estado de ausencia de pensamiento, en el que la calma es total.
Una analogía para apuntar hacia lo que me refiero, es imaginar la mente como un lago, en el que los pensamientos son las ondulaciones que surgen en su superficie, cuando el viento está fuerte. Una vez las ondulaciones se disipan, la superficie de lago regresa a tal quietud, que refleja como un espejo lo que la rodea. Eso sucede cuando amamos: nuestra mente se vuelve un instrumento a través del cual Observamos la realidad como Es, sin distorsiones generadas por pensamientos, como por ejemplo, diversos prejuicios e ideas preconcebidas, que puedan sesgarla.
Así mismo, cuando amamos, entramos en un estado de unidad total, en la que no hay división, es decir, diferencia con el otro; continuando con la misma analogía, el lago está tan quieto que refleja el otro con tal precisión que parece no haber diferencia entre el lago y lo reflejado.
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